Aquí en mi Cuba, donde el ritmo lo marca el tambor y la vida se vive a golpe de son, me llega un cuento que no huele a flores de almendro, sino a pólvora y a bronca en el terreno. Dicen que en Sancti Spíritus, donde el béisbol es cosa seria, se armó una trifulca, ¡y de las buenas!
Eriel Sánchez, ese que fue jugador de talla, se puso bravo, ¡ay mamá! Y le cayó encima al comisario Miguel Rojas, ¡un choque de titanes, sí señor! Dicen que el motivo fue una jugada, una de esas que calientan la sangre y se enredan en la garganta. ¡Un lío de árbitros, de reglas y de pasiones desbordadas!
¡Ay, qué calor! ¡Qué calor!
En el campo se armó un follón.
El bate voló, la cabeza sangró,
¡Este es el son que nos llegó!
El reporte dice que Rojas, el comisario, se llevó un buen golpe, ¡y en la cabeza, compadre! Dicen que hasta puntos le cosieron en el hospital. ¡Esto no es juego de pelota, esto es cosa seria, esto es la vida misma en la isla! Y las autoridades, claro, ya están encima. Ni Sánchez, que dirigía a los Gallos, ni Rojas, el hombre de la disciplina, podrán mover un pie en la Serie Nacional hasta que se aclare el enredo. ¡Le tienen el freno puesto a estos dos gallos de pelea!
Con el bongó que retumba en la calle,
Te cuento lo que pasó, sin que te falle.
El bate, el golpe, el grito que resuena,
¡La vida en Cuba, la bronca que condena!
Y es que la cosa está fea, mi hermano. No es la primera vez que la violencia se asoma en el diamante. Ya han sido broncas masivas, líos con árbitros… ¡la pelota cubana a veces parece un campo de batalla! El pueblo observa, con el corazón en un puño, esperando que se pongan las pilas, que la sanción sea justa, que la dignidad del deporte se respete.
¡Ay, mi Cuba, qué pena me da!
Ver la furia en lugar de la hermandad.
Que el son no se pierda en el lamento,
¡Que la justicia llegue con el viento!
Que esto no es solo un juego, es la vida de mi gente, es la sangre que corre por las venas, es la esperanza de un mañana mejor. Y cuando la violencia se mete en el juego, se pierde el sabor, se rompe el compás. ¡A ver si estas cabezas pensantes se dan cuenta, y ponen orden en este corral! Que el béisbol es gloria, es arte, es cubanidad, ¡no un ring de boxeo donde se desquitan las penas!
Así te lo canto yo, con la verdad en la voz y el ritmo en el alma. ¡Que el son de Guillén siempre lleve la denuncia y la esperanza! ¡Azúcar negra!