Oye, que la vida da más vueltas que una vieja borracha en una noche de sábado. Y si no me crees, pregúntale a Kuki Delgado, esa moza que se le ha subido el “me gusta” a la cabeza, hija de Alexander, el de Gente de Zona, un tipo que seguro que tiene más anécdotas que un billar de mala muerte.
Resulta que la chica, tan fresca como una lechuga recién regada y con más seguidores que una discoteca el viernes, se le antoja subir una foto suya en bikini a esa cosa de Instagram. Que ojo, no es que sea el primer bikini que se ve en el mundo, pero claro, cuando tu papá es Alexander Delgado, hasta un bikini puede ser noticia de primera página con más repercusión que una subida de la luz.
Y la criatura, que seguro que se las trae, le enseña a su padre los comentarios que le llueven. Que si el cuerpo, que si la pose, que si la madre que la parió. Y Alexander, con esa gracia que lo caracteriza, entre risas y con ese aire de padre cubano que lo mismo te da un sermón que te compra un helado, le suelta la perlita: “¡Tú eres una fresca por subir la foto esa! ¡Bájala, baja la foto!”. Vamos, el típico regañina que uno espera de quien te trajo al mundo, pero dicha con el compás de un son cubano.
La Kuki, con la misma picardía, lo graba todo y lo cuelga en sus historias. Y ahí es donde se arma el jaleo bueno, que la gracia no está en la foto, que la foto está muy bien, sino en la reacción del patriarca. De repente, el padre protector que todos quisiéramos tener, el que sabe que el mundo está lleno de buitres con cámara y de opiniones sin pedir.
Y claro, la gente, que vive de estas cosas, se parte de risa, le da a Alexander la razón y hasta le pide que cuide a la niña, que el mundo es muy chungo. Porque en el fondo, todos sabemos que un padre es un padre, y por mucho que tu hija sea una estrella del firmamento digital, para él siempre será esa chiquilla a la que hay que guiar, aunque sea a base de pullas y chistes.
Porque al final, esta historia, más que de bikinis y redes sociales, va de la vida misma. De cómo los hijos crecen y a veces nos sorprenden, y de cómo los padres, por mucho que quieran hacerse los duros, siempre van a tener ese instinto protector que te hace soltar una carcajada y pensar: “Pues sí, este viejo sabe lo que dice”. Y la Kuki, que se está haciendo un nombre a base de autenticidad, le da otro guiño a la realidad, esa puta vieja y gruñona, pero que a veces nos regala momentos así, con sabor a ron y a risa compartida. Y eso, amigos, vale más que todos los “likes” del mundo.